Los aceites esenciales han ganado popularidad en los últimos años gracias a sus beneficios tanto físicos como emocionales. Sin embargo, todavía circula mucha información incorrecta sobre sus propiedades y la forma adecuada de utilizarlos.
“El hecho de que constantemente aparezca información confusa o incluso falsa en internet demuestra lo importante que es ofrecer datos basados en la ciencia”,
señala Anusati Thumm, nuestra reconocida formadora y experta internacional en aromaterapia.
A continuación, presenta los tres malentendidos más comunes según su experiencia:
1️⃣ Malentendido: Los aceites esenciales pueden “curar”
Los aceites esenciales son mezclas naturales muy complejas, diversas tanto en su composición como en su efecto.
Algunos aceites obtenidos de árboles, por ejemplo, ayudan a profundizar la respiración y favorecen un sueño más tranquilo.
El aceite de lavanda puede aliviar el estrés o el insomnio; el de naranja, reducir la ansiedad y mejorar la concentración.
Otros aceites contribuyen a equilibrar las emociones, fortalecer el bienestar o reducir los gérmenes presentes en el aire, actuando siempre en los planos físico y emocional.
Combinados con aceites vegetales nutritivos, permiten crear cuidados corporales intensivos y fragantes.
Para fiebre, resfriados, molestias musculares o abdominales, las compresas o fricciones pueden aportar alivio.
“Los aceites esenciales realmente pueden hacer mucho, pero afirmar que curan enfermedades que requieren atención médica va más allá de los hallazgos científicos”,
aclara Anusati Thumm.
2️⃣ Malentendido: Los aceites esenciales son “saludables”, sin importar cómo se usen
Este también es un error común. Los aceites esenciales son sustancias altamente concentradas de origen vegetal y deben utilizarse con moderación.
Muchos pueden resultar irritantes para la piel o las mucosas, por lo que no deben aplicarse puros ni entrar en contacto con ojos o heridas abiertas.
Con pocas excepciones, deben diluirse en un aceite portador antes de aplicarse sobre la piel.
Tampoco se recomienda su ingesta, salvo aquellos específicamente declarados como aptos para uso alimentario —por ejemplo, los de la línea Vegaroma.
La legislación europea exige que los fabricantes indiquen claramente en la etiqueta si el aceite está destinado a uso cosmético o ambiental. En ambos casos, no está pensado para consumo interno.
3️⃣ Malentendido: Todos los aceites esenciales son productos naturales puros
Lamentablemente, no siempre es así. Los aceites esenciales de alta calidad se obtienen directamente de hojas, flores, frutos, semillas, ramas o raíces, sin aditivos ni diluciones.
Un aceite 100 % natural no contiene fragancias sintéticas ni “idénticas a las naturales”, aunque estas puedan etiquetarse legalmente como “naturales”.
Por eso, al comprar, asegúrate de que el aceite sea totalmente puro y preferiblemente de cultivo orgánico certificado.
Los aromas sintéticos carecen de la información viva de la planta, y por su complejidad, un aceite esencial natural —que puede contener cientos de compuestos— no puede reproducirse en laboratorio.
También existen los llamados aceites esenciales estandarizados, que cumplen normas farmacéuticas.
Sin embargo, si se les añaden compuestos aislados o sintéticos para igualar una fórmula, dejan de ser productos naturales.


